Hoy no tenía ganas de cocinar. Eché mano a lo que tenía en la nevera y al fondo encontré dos huevos solitarios que se arriesgaban a ser utilizados pronto o pasar a mejor vida. No se diga más. No está el patio como para ponerse rebelde y desafiar lo que a una se le presenta fácil. Casco los huevos y me acuerdo de mi abuela. Ella me enseñó – bien- que si la tortilla es de más de un huevo, no vayas a echar todos los huevos juntos Mari, porque si uno te sale malo ya tienes que tirarlos todos . Y qué desperdicio. Ve uno por uno, casca primero uno en un bol, y si sale bueno, ya lo juntas con los demás. Abuela, lo confieso, alguna vez te he fallado. Alguna vez me apeteció hacer locuras y casqué los huevos uno detrás de otro sin separarlos, aposté fuerte a ciegas y gané, porque no salió huevo cortado, ni pasado, ni nada. ...